En la isla de La Graciosa a veces parece que se ha detenido el tiempo. Menos de 600 habitantes, casas blancas y calles de arena. No existe el asfalto en esta isla de 29 km2, ni tampoco los coches más allá de unos jeeps de la Guardia Civil y de alguna empresa. ¿Qué mejor lugar para perderse -y encontrarse-?